La justicia restaurativa plantea una justicia penal centrada en las víctimas, pero enfocada en restaurar a todos los actores involucrados en un delito, incluyendo también a los infractores y a la comunidad, difiriendo de los enfoques tradicionales centrados en el castigo. Sus objetivos son reparar el daño causado por el delito, promover la participación de las víctimas en resolver los conflictos penales y dar la oportunidad a los infractores de tomar conciencia del daño generado (Galleguillos y Figueroa, 2023).

En términos generales, los procesos restaurativos buscan identificar el daño causado y generar propuestas para su reparación. Este trabajo se guía por el respeto por la voluntariedad, confidencialidad y neutralidad, además de fomentar la participación, la confianza en las competencias de los participantes, la flexibilidad, la focalización en las necesidades de las víctimas, y el esfuerzo por promover la responsabilización (Miranda et al, 2022).

Las prácticas restaurativas se implementan en diversas etapas del proceso penal, incluyendo el cumplimiento de penas de cárcel. Sus principales objetivos giran en torno a regular el comportamiento de los condenados al interior de las cárceles, generar instancias de mediación y reparación material o simbólica entre víctima y condenado, y conciencia y responsabilización sobre el daño cometido. Para ello, se ejecutan diversas prácticas restaurativas al interior de los recintos, tales como mediación víctima-infractor, conferencias y círculos de reparación (Ross y Muro, 2020).