Nuestra directora ejecutiva, Catalina Droppelmann, escribió una columna sobre cárcel y sesgo de género que fue publicada en La Tercera el domingo 6 de octubre.
En ella, pone el acento en la necesidad de contar con espacios penitenciarios con las características de Capitán Yáber pensados para las necesidades de la población penal femenina.
«Si bien se plantean argumentos como la necesidad de segregación, la protección de las personas imputadas frente a situaciones de violencia, e incluso la separación para evitar que el proceso de investigación se vea afectado, es imposible negar que a la base del debate operan asimetrías de clase. Es justamente la cercanía social de quienes son asignados en estos recintos, lo que gatilla en la élite una condescendencia y una preocupación inusitada por los derechos humanos, que rara vez aparece cuando se encarcela al resto de la población. ¿El castigo entonces debe doler a unas personas más que a otras, o existen ciertos grupos sociales que serían más capaces de soportar los dolores del encarcelamiento? La respuesta a mi juicio es no».